Hemos hecho varias rutas y ascensiones en el Parque Natural Sierras
de Alhama, Tejeda y Almijara, y en todas ellas por su porte, su forma piramidal
y su aire alpino, siempre ha destacado este Pico, El Lucero o El Raspón de los
Moriscos.
Uno que tiene ya algunos años y muchas cimas y senderos,
decide subir a esta maravilla natural que nos ofrece estos lugares. Hay varias
opciones para ascender, pero como antes comentaba, yo cada vez busco la más
cómoda y adecuada para estos huesos desgastados, pero no aún mohosos.
La idea fue llegar a la Resinera de Fornes y desde allí tomar la pista
que nos dejará hasta el principio del itinerario. Un puentecillo, sobre un
arroyo seco en esta época del año, nos da la bienvenida a un sendero que de una
forma cómoda y atractiva, nos dejará en lo más alto de lo que parece un difícil
ascenso.
Por la falda del cerro “Rajas Negras”, el camino nos va
mostrado un paisaje meteorizado, un contraste de grises escarpados, lugar donde
la imaginación de un niño seguro encontraría aventura de otros lugares del
mundo e incluso de otros planetas.
Cuando llegamos al Collado de los Tropezones, nos sorprenden algunos pinos dispersos en el
lugar cuya mediatriz será el sendero indicando hacia nuestra cima, que resurge
al otro lado, los dos hermanos El lucero y El lucero chico.
En el siguiente collado en el de la Perdiz , nos encontramos con
el mar, estamos jugando con las zonas limítrofes entre Granada y Málaga, y
aunque hay un poco de neblina, el mar se perfila en la costa dejándose ver de
una forma tímida.
Otra sorpresa, los abruptos barrancos como el del Higuerón,
nos sorprende por su profundidad así como el manto verde que cubre toda la
zona.
Aquí comienza la parte más complicada del ascenso, un
sendero en zigzag, que desde abajo parece pintado e imposible que esté marcado
en esta montaña, pero aunque con importantes voladeros en algunos tramos, fácil
de subir.
Los restos de un antiguo refugio o cuartel de vigilancia de la Guardia Civil , en lo más alto, de la época, donde los llamados Hombres del Monte, que no eran sino los últimos
“maquis” resistentes a terminar vencidos en la Guerra Civil , se deja ver cada
vez más claro, hasta que hacemos cumbre.
Allá en el universo de estas montañas, esta su Lucero y
nosotros sobre él, mirando hacia todos los lados, ya que desde aquí todo es
perceptible.
Bajamos por aquel sendero tal como subimos, pero con un
pellizco en el estómago, un mal paso con las piedrecillas suelas y dejamos de
ser visitantes para tomar parte del paisaje, pero ahora no toca, ahora toca
volver hasta aquel puentecillo que nos daba la bienvenida.
Allí en el punto de inicio, para despedir el día, una
sorpresa, una manada de caballos pastando libremente por el monte, pero lo que
más nos sorprendió, fue los potrillos, los cuales llevaban poco tiempo en este
mundo, casi no podían sostenerse sobre sus patas, un gran colofón de jornada.
Lo primero mis felecitaciones.Este Año he subido a la Maroma y al Cielo y desde ambas cimas, mi primera intencion era ver donde estaba el Lucero, nunca estuve alli, es inconfundible por su forma y por los restos amurallados de su cima. Espero ir pronto y decir que ultimamente mis deseos siempre se cumplen.
ResponderEliminarMuchas gracias Salvador,a los deseos hay que seguirlos, así que ánimo merece la pena.
EliminarUn saludo
Pues la bajada tu dirás que no, pero por las fotos, es vertiginosa donde las haya... ahora, lo de los potrillos !qué bonicos! es desde luego un inmejorable colofón a la jornada; y, como siempre, una delicia leerte y subir y bajar contigo senderos (con las fotos, y haciendo funcionar nuestra imaginación... a falta de poder ir, ya sabes, como el refrán "a falta de pan, buenas son tortas")
ResponderEliminarMil besitos gordotes