jueves, 22 de julio de 2021

A José Luís Parras Aranda, el nuevo jardinero del Edén.



Hace tres meses nos encontramos en una consulta de traumatología y hablamos de muchas cosas, ya se sabe en las salas de espera a eso toca, esperar. Los dos con las muñecas doloridas o dormidas, contándonos nuestros últimos avatares de la vida. Me recordabas como sorprendía a los profesores en la pizarra del colegio, me cansaba de escribir con la derecha, pasaba la tiza a la izquierda y seguía mi ejercicio tan tranquilo, tú te reías y esperabas la sorpresa, sobre todo de los profesores de prácticas, que no sabían de mi habilidad ambidiestra.

También recordamos cuando éramos todavía unos niños, nuestra primera acampada junto al Castillo de Otíñar, así como, aquellas olimpiadas montañeras en Río Madera. Después la vida nos trazó una línea curva y cómo no, nos volvió a unir las amistades, la montaña y el Facebook, aunque nunca perdimos del todo el contacto.

Hoy, seguro que estarás arreglando los Jardines del Edén, y ten cuidado con esas ramas que se parten fácilmente, ya que el abismo allí es más profundo. Después subirás a las cumbres más altas, las más altas que nunca soñaste hacer, explorarás barrancos y cuevas, y te sumergirás en las pozas más hermosas. Hoy mi estómago se ha encogido, y esto que te escribo, lo he intentado escribir con las dos manos, como tanto te divertía en el colegio, pero amigo, esto lo he escrito con el corazón. Hasta siempre amigo José Luís, guardaré como oro en paño aquel pañuelo de Otíñar que me regalaste.  

Mis mejores momentos

EL TORRECILLAS

  Cuando nos sumergimos en el hermoso abismo de los libros, nuestra imaginación fluye entrelazando imágenes y palabras, dando vida a pers...