Teníamos entre 10 y 11 años, cuando aquella mañana de enero,
decidimos subir a nuestro pico, aquel que alimenta la leyenda urbana de que
hace miles de años era un volcán y que alguna vez debe despertar.
Nos encordamos malamente a media cima, con una cuerda de
pita larga que habíamos comprado previamente en “Antón”. La nieve nos llegaba
más arriba de las rodillas; en aquel entonce no había camino, ni refugio para
los vigilantes de incendios, sólo había una cruz metálica, que estaba en lo más
alto y nos servía de guía para el ascenso. Pero nuestro afán de aventura, de
llegar a lo más alto, la ilusión de ver todo aquello, el ser los reyes de
nuestra montaña, nos empujó hasta la cima, donde llegamos exhaustos y
empapados, habíamos subido por primera vez a Jabalcuz.
Ha nevado y llovido mucho desde entonces, el paisaje ha
cambiado tanto como nosotros, deteriorados ambos por el tiempo. Jabalcuz ahora
tiene caminos que suben hasta lo más alto, en la cima hay una caseta de
fogueros para la vigilancia forestal y desde hace poco, la cruz metálica no
está.
Cruz en la cima de Jabalcuz, foto tomada hace cinco años |
En esta ocasión decidimos ascender desde el Megatín, lugar
de urbanizaciones veraniegas apegadas a las faldas de esta montaña por la parte
de la población de Torredelcampo.
Tomamos el sendero que en algunos tramos, bastantes, está
muy deteriorado, sobre todo en las zonas de gran pendiente, por las frenadas de
las mountain bikes.
El sendero sube zigzagueante, atajando una y otra vez a la
pista, la cual busca la forma más cómoda de subida a la montaña, ya que por
ella deben de pasar los vehículos de la defensa forestal.
Poco a poco, el paisaje va abriéndose ante nuestros ojos, el
mar de olivos hacia la campiña y el de pinos en la montaña. En esta ocasión
como cruz de guía, será el refugio que
poco a poco irá haciéndose más visible.
Llegando al Puerto del Aire, el sendero desaparece, la pista
se bifurca en dos, la de bajada hacia Jaén, y la que sube hasta la cima, además
de un sendero pisado por algún todo terreno, que se dirige hacia la Cresta del Diablo, otra forma
muy chula de ascender a esta montaña, desde el Cerro del Neveral. Me hace
recordar también que por ahí, por la
Cresta del Diablo, ascendí de adolescente con un gran amigo,
mi perro Tito.
Han desaparecido los pinos y las pocas encinas y el sol
aprieta, así que sin sombras donde cobijarnos, sólo nos queda seguir
ascendiendo por la pista, pero ésta nos deja la recompensa del paisaje.
Abajo, la línea del Cerro de los Morteros, la Mella y Almodóvar que
curiosamente en la falda está mi casa. La zona menos poblada de Jaén, pero la
más envidiada por el frescor y el paisaje, la zona sur, se ve pequeñita, casi
escondida entre aquellas montañas que desde abajo parecen enormes pero desde la
más grande, empequeñecen como nosotros ante ellas.
Entre curvas y curvas, aparece Mágina, tan espectacular como
siempre, con sus cimas que en esta época del año, suele tener aún manchas
blancas de neveros resistentes al calor, pero que este año por la falta de lluvia,
han dejado desnudas por anticipado estas cumbres.
Estamos en lo más alto, 1.614 m y una maravilla de
paisajes que se extienden sin fin, hacia los 360º de horizonte. Ahora, también
tendremos vistas privilegiadas de mi querida Sierra Sur de Jaén, capitaneada
por la Pandera ,
y detrás a lo lejos, la Sierra
de Cazorla y más al sur Sierra Nevada y más…
Sólo nos queda descender, buscar sombra donde cobijarnos y
descansar de un fin de semana que fue frenético de montaña, subiendo el sábado
al Puntar de la Misa
y como descanso, ascendemos a Jabalcuz, pero como cuando era niño, encordado y
con nieve hasta las rodillas, mereció la pena.
Un poquito de nieve no hubiera venido mal ahora con estos calores. Un reportaje estupendo.
ResponderEliminarAntonio Vela.
"Teníamos entre 10 y 11 años, cuando aquella mañana" me parece una entrada genial, ademas hay nombres que tienen su encanto como Jabalcuz. Mis felitaciones.
ResponderEliminarQue bonito homenaje a aquellos años jovenes, donde brotaron esos sueños y que el tiempo ha creado páginas hermosas de senderismo.
ResponderEliminarHas hecho una entrada hermosa, como todas.
Un abrazo, Miguel.
Luis.
Qué bueno recordar ésos tiempos...
ResponderEliminarLas fotografías, geniales, como siempre!
Un besazo!!