Lata: De forma genérica, se llama lata a todo envase metálico. La lata es un envase opaco y resistente que resulta adecuado para envasar líquidos y productos en conserva. Los materiales de fabricación más habituales son la hojalata y el aluminio.
Lata, tú que con tus apretadas paredes, guardas, conservas, transportas todo tipo de elementos: sardinas, cerveza, ensaladas, aceites, anzuelos, potajes... Todo lo imaginable e inimaginable, está siendo envasado en tu interior.
Lata amiga del almuerzo del pastor. Lata de fiesta, de reuniones, de excursión.
Lata alta, baja, plana, ovalada, cuadrada, abrefácil, cortante destapada.
La de los juegos de niños con tirachinas, la más usada y la menos reciclada.
Lata que a la Sierra llevas y no debes de tirar.
Lata que con tu contenido, tus antioxidantes, conservantes, colorantes... nos alimentas, refrescas y envenenas.
Esa que el mal senderista, excursionista, turista... por calmar su conciencia, te esconde bajo las piedras, y tú astuta, te resistes a consumirte en tu combustión lenta de la oxidación.
Tú que ensucias, contaminas, palideces estos bellos paisajes. Desembrujas los momentos de admiración y contemplación, del pequeño arroyo, del gamo, del valle, de la cima...
Lata maldita que afeas nuestros montes, acompañada del vidrio, plásticos, residuos humanos, que no abonan la tierra, si no que la ensucia y contamina.
Cuando salgáis a la Sierra, os hago una sugerencia. Llévate tu lata vacía. Si no lo haces por educación, por los que te suceden, por si decides volver, hazlo por amor a la Sierra.
Y ¿qué opina la Sierra de todo esto?
Por favor no me deis la lata.
Yo digo que donde se ponga una bota de buen vino, cuña de queso y loncha de jamón, que se quite la lata.
Yo también opino como la Sierra y como tú: no me deis la lata, ni la lata ni los plásticos ni ningún residuo... llevaroslos por favor, que no cuesta trabajo tirarlos en las papeleras o en casa cuando lleguemos, y la Sierra limpia, limpia, viva y bella... y claro, donde se ponga una bota de buen vino, cuña de queso, loncha de jamón (y tortilla de patatas, que tampoco desmerece), que se quite la lata, !anda que no!.
ResponderEliminarBuena entrada, a ver si los excursionistas se conciencian de que no hay que ensuciar, y que los residuos de este tipo que dejan en el monte lo degradan de tal manera que ni sospechamos, puesto que -como tu dices-, se resisten a la oxidación y a la combustión y a cualquier proceso químico de absorción... si en tu casa no lo haces, en el monte no lo hagas.
Mil besitos gordotes.
Hey Miguel! Ésta es una propuesta ecològica muy original, pero amigo, asumásmolo: es un asunto cultural, algunos pueblos dejan todo revuelto y tirado por ahí, otros lo levantan, otros lo esconden y otros lo que esconden es la cabeza ... Triste, muy triste...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Miguel, pero con un poco de educación cuanto mejor nos iria.
ResponderEliminarEn los lugares mas insospechados te puedes encotrar la condenada lata de refresco y que seguramente se la han bebido caliente.
En cierta ocasión me dijo una persona del Valle de Cabuerniga(Cantabria) cuando se va al campo hay que ser como los indios: "no dejar huella" y yo procuro cumplirlo a rajatabla.
Un abrazo