El agua, ese elemento al que pertenecemos, del que
dependemos, el que aliviamos y obviamos a menudo su respeto. El agua de esas
fuentes que alguien en su día encauzó por el bien común de sus vecinos, por el
propio, su ganado, el caminante sediento arribando caminos, el agua que fluye
desde dentro o la encaminamos para llegar a mejor destino.
Las fuentes, los abrevaderos, los tornajos esparcidos por
las sierras, no son sólo el lugar idóneo para beber el caminante un poco de
agua, donde llenar la cantimplora o hacer una parada de relax en el camino. Las
fuentes son historia, son bienes culturales etnológicos, parte de nuestra
memoria física en el tiempo.
Los pequeños lavaderos ahora silenciados de pueblos
y cortijos, son también cultura de este agua que encontramos los viajeros en
los caminos.
Fuentes que se pierden en la memoria, otras en el olvido, en
la ruina, en la desidia del
desahucio de aldeas, pueblos y cortijos.
Las fuentes son ecosistemas, dando cobijo a muchos tipos de
seres vivos.
No olvidemos cuidarlas, al menos no perjudicarlas. Seamos
respetuosos con su entorno y pensad que, alguien sació allí su sed en la cúpula
del tiempo, nosotros lo haremos y también deberían hacerlo nuestros hijos.
El agua, cultura del tiempo.
Agua
Advenimiento fugaz de vida
Somos abrazo imponente
de nuestros átomos
Lenguaje dulce de verbos
ubicados sobre la tierra
Dormidos bajo el suelo
Rodantes hasta el mar
Esencia rival del fuego
Cristalino solaz del río Dinamo de lo imposible
Estruendo fluido del deseo
Agua de sed adjunta
que auxilias al empecinado
errante del camino
y despejas gargantas
agotadas entre polvo
y melancolía
Ductor de nubes etéreas
que derramas su miel
en la nostalgia.
Agua que perpetras
la vida,
Fuente que recoges
mi calma.
Agua
agua
Miguel Ángel Cañada
Precioso..una oda al agua que fluye!! Un gran trabajo Miguel Ángel Cañada
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