Cuando nos sumergimos en el hermoso abismo de los libros,
nuestra imaginación fluye entrelazando imágenes y palabras, dando vida a personajes
y visualizando escenarios, que curiosamente, en un mismo pasaje de un libro,
cambian según el lector y su imaginación. Pero cuando un buen día de noviembre,
en unas vacaciones otoñales, decides subir a uno de los picos más emblemáticos
de Málaga, el Torrecillas, en la
Sierra de las Nieves, y te encuentras con estos paisajes, las
formas de los pinsapos irregulares, los robustos quejigos, la cima, el cielo
azul sobre nuestras cabezas, las nubes a nuestros pies…llegas a la conclusión
de que por unas horas, consigo localizar parajes de tantos y tantos libros de
aventuras, de amor, odio, sueños…en estos lugares maravillosos, y son reales.


Es la primera vez que visitamos la Sierra de las Nieves y si
el destino nos da más oportunidades espero que no la última. El día anterior
había sido un día lluvioso que nosotros aprovechamos con visitas turísticas de
la zona.
Las neblinas matinales nos dejaban en la incertidumbre de si
podía ser el día ideal para subir a esta cumbre. Al llegar al paraje de los
Quejigales, lugar donde comienza nuestra ruta, el azul del cielo reinaba sobre
nuestras cabezas, el suelo estaba mojado y el barro se convertiría en un lastre
de esfuerzo añadido a las subidas y una dificultad que luego evaluaremos a las
bajadas.
Como pequeños duendes nos adentramos en el bosque mágico de
pinsapos en la Cañada
del Cuerno. El sol se hace hueco entre sus ramas amorfas y esperpénticas pero
maravillosas.
Salimos de este bosque mientra ascendemos, hasta llegar al
Puerto de los Pilones. Mirando hacia atrás vemos Ronda y su Serranía velándose
por una inmensa masa nubosa, que bajo nuestros pies nos presenta el vaticinio
de lo que ocurrirá allá, en lo más alto de estas montañas.
La ruta ahora nos dará un pequeño descanso, descendemos,
llaneamos o ascendemos de una forma suave, entre quejigos, neveros con historia
y dolomías, hasta llegar al Pilar de Tolox.
En el Pilar de Tolox, hay que descansar, escuchar esa música
maravillosa del agua rezumando entre las rocas y tomar un respiro antes de dar el último empujón hasta
la cima, donde el sendero se vuelve pedregoso y ruinoso hasta casi perderse.
Ya en la cima, nos invadirá una múltiple emoción. Nos
emocionamos por llegar a lo más alto de esta montaña tan emblemática para el
montañismo andaluz y a la vez privándonos del maravilloso paisaje bajo nuestros
pies, éste queda sumergido en un impresionante mar de nubes, cuyo fin, sólo se
perfila, allá en las montañas de otro continente, de otro país vecino separado
por el estrecho de Gibraltar, allá el Atlas marroquí emergen desafiante entre
las nubes, para mirarnos cara a cara y reinar en pacto entre otras cumbres.
A la vuelta, quisimos hacer otro recorrido también entre
senderos, pero el mal tiempo, la niebla y el desconocimiento de la zona, nos
obligó a tomar la pista que sube desde Los Quijigales, hasta la caseta de
vigilancia forestal en los Pilones. De todas formas nieblas, pinsapos y
sensaciones amenizaron un largo descenso.
La montaña y los libros se entremezclan con mis emociones,
dan color a la lectura y hacen realidad los sueños.