En el puente de los Agustines, el Guadalquivir toma fuerza una vez más, de tantos y tantos arroyos que hacen que el río grande, lo sea aún más. Este arroyo es el María, que nace sólo unos kilómetros más arriba, pero dejando bonitos saltos de agua, pozas y la gran cascada, paraje con un encanto muy especial.
Esta ruta es corta, pero el gran incendio del 2005 en esta parte del Parque Natural, hace que sea más complicada, triste (sendas perdidas, troncos de árboles carbonizados por doquier...) y para nosotros MALDITA.
Por ser corta, desde hace años, la dejábamos pendiente, para estudiar una más larga por la zona o para pasear algún día. Pero el incendio rompió las esperanzas de poder hacerlo.
Hace un par de años, a la vuelta de una de tantas y tantas rutas de estas sierras, intentamos encontrar la senda, pero era tarde y sólo nos dio tiempo a ver un poco del trayecto.
Hace unos meses, todo preparado, cruzamos el puente de los Agustines, carretera trasversal del la Sierra de las Villas, dejamos los coches, mochilas a la espalda y tras cien metros, mi hijo tropieza, cae sobre la rodilla y para urgencias de Villanueva del Arzobispo (pueblo más cercano).
Pero esta ocasión era la buena, la definitiva (eso pensaba yo), otra vez el puente, la carretera de las Villas, coche aparcados, mochila a la espalda, el sendero nos va introduciendo en un valle angosto en el que la vida ha resurgido de entre las cenizas, aunque en el fondo del valle se salvó mucha vegetación, la herida es grave y triste.
Hay pequeñas cascadas que dan sonido salvaje al camino y a lo lejos, se puede ver caer desde el gran circo de piedra, la gran cascada, ya queda poco para nuestro destino...
Pero un resbalón, caída sobre mi tobillo, el crujir de todos los ligamentos, dolor insoportable, sudor frío mareo y la cara de mis acompañantes como diciendo “joder otra vez se ha chafado la ruta”.
Sé que hice una locura, pero apenas sólo quedaba un kilómetro de ida y todos los demás de vuelta, terminé hasta el final con el pie casi a rastras y volvimos despacio, sufriendo pero con la satisfacción de disfrutar de aquel lugar tan especial y de haber podido por fin terminar esta ruta “maldita”.
Dos meses más tarde, aún me duele el tobillo, claro está que este Senderista Loco, no atiende a exigencias médicas, ha seguido haciendo rutas (cortas y más sencillas), pero éstas las contaré poco a poco, más adelante.
Las fotos son maravillosas y la historia de tus largos trecorridos está excelentemente contada. Escribes muy bonito y permites disfrutar de tus travesías y experiencias. Un abrazo.
ResponderEliminarMerece la pena, aunque sea algo (o muy) accidentado hacer esta ruta.
ResponderEliminarMiguel, conozco el lugar de primera mano desde hace muchos años y es uno de los parajes más bonitos que he visto por las Villas, aunque este año de lluvias tan copiosas no he podido ir por ahí, que debe de estar espectacular tal como muestras en tus fotos. A ver si busco un hueco (con permiso de mis niñas) y me pierdo arroyo arriba paseando.
Saludos.
Pues sí, Loco maravilloso por tus empeños en vivir apasionadamente aquello que te hace disfrutar de la vida.
ResponderEliminarYo tb tengo experiencia de esguince de tobillo. Me ocurrió en la zona del pueblo del Batan, en la Sierra del Segura, hace ya años, unos 15. Imagínate, íbamos a pasar unas 2 semanas, y al 2º día me ocurrió ésto... El médico me mandó 15 días sin andar y yo, al día seguiente, yastaba andando... medio jodido, pero nada, andando por ahí con un vendaje bien fuerte. Me lo salté a la torera el consejo médico.... Creete que estuve unos 3 años, que todas, todas las mañana, al levantarme y poner el pié en el suelo, se me resentía... De la cama al cuarto de baño, ya se me pasaba, pero a la mañana siguiente, vuelta a empezar... Sí, así unos 2 años.
Un Abrazo.