LAS LAGUNAS DE RUIDERA

Esta semana, nos dimos un paseo por el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, en la comunidad de Castilla La Mancha en los límites de Ciudad Real y Albacete.

Este parque natural esta formado por un complejo sistema lagunar formado por quince lagunas, que a lo largo de 30 kilómetros constituyen el valle del Alto Guadiana y en su parte mas alta el lugar de nacimiento del río Guadiana.

Consta de un complejo de 15 lagunas, caracterizado por las caídas de agua que conectan unas lagunas con otras.
Pudimos admirar varias de las lagunas todas a un nivel óptimo de agua gracias a las abundantes lluvias de este año.

Hay una zona llamada El Hundimiento. Es el mayor salto de agua que se produce en el Parque Natural, ya que en él confluye toda el agua procedente de numerosos manantiales y torrentes que se han ido sumando en las lagunas más altas. En épocas de sequía también se mantiene aunque suele ser menos espectacular por la disminución del caudal.

También subimos al mirador del Rey, en el Pueblo de Ruidera, desde donde se puede admirar en todo su esplendor una de las lagunas más grandes y bellas de estos parajes:
La Laguna del Rey.

Al ser uno de los grandes humedales de España, se convierte en un paraíso de aves acuáticas que hacen de estos lugares su morada.

Os dejo un texto de Don Quijote de la Mancha, en el que hace una alegoría sobre las lagunas.
“Y con Guadiana vuestro escudero, y con la dueña Ruidera, y sus siete hijas y dos sobrinas y con muchos de vuestros conocidos y amigos nos tiene aquí encantados el sabio Merlín a muchos años; y aunque pasan de quinientos no se ha muerto ninguno de nosotros, solamente falta Ruidera y sus hijas, y sobrinas, las cuales lloran, por compasión que debió tener Merlin de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de La Mancha las llaman Las lagunas de Ruidera. Las siete son de los Reyes de España, y las dos sobrinas de la orden de los caballeros... Guadiana vuestro escudero, plañendo asimismo sus desgracias, fue convertido en un río. Llamado del mismo nombre, él cual cuando llego a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean: vanle administrando de agua las referidas lagunas...” Quijote de Cervantes, Capítulo XXIII, parte II.