Cuando mi hermano Jesús Carlos, dijo de salir al monte
con nosotros, tuve claro que para un día de calor veraniego, era mejor una
pequeña rutilla cerca de un río y que sorprendiera su paisaje. Así que pensé en
repetir por los Cahorros de Monachil, siempre merece la pena.
En esta ocasión comenzamos la ruta desde la Central Eléctrica
de Tranvías, llamada así por suministrar, en su día, la electricidad a este
medio de transporte ecológico ya desaparecido.
Me llamó la atención al principio, por la senda que
atraviesa huertos y frutales, carteles de prohibido el paso. Yo ya había estado
por esta zona y parecen recientes, pero es curioso que la Web del Ayuntamiento de
Monachil, dé como válido éste, el comienzo de la ruta. Me imagino que todo
esto, es debido a la masificación del lugar y la despreciable actitud de
algunos visitantes, a los que no les importa ensuciar, destrozar y sobre todo
no saber respetar la propiedad privada de estos señores que estarán hartos de tantos
energúmenos.
Pronto los puentes colgantes y abajo el río, dejará sin
palabras a mi hermano, y es que este lugar más que una ruta, parece un parque
temático de aventura, como antes he comentado bastante masificado.
![]() |
Foto cedida por Jesús Carlos Cañada |
Nos salimos de el trayecto un momentillo, pues aunque el río para
estas fechas llevaba bastante caudal, pero no la suficiente como para impedir
meternos por las cuevas naturales que excava a su paso a través de los años, y nos deja la maravilla de cascadas de fantasía
bajo la tierra. No pude reprimirme en posar para una foto en el lugar.
![]() |
Foto cedida por Jesús Carlos Cañada |
Seguimos cruzando puentes, hasta llegar al más largo con sus 63 metros y espectaculares
vistas. Abajo el río y las cascadas, una
frente a nosotros y a un lado del puente
la otra, rompiendo abajo en las rocas de una forma atronadora.
Entramos en la cerrada, donde las paredes verticales sólo
dejan pasar apenas tímidamente algún rayo de sol.
Otra sorpresa agradable en el recorrido, es cuando vemos que
el río se sumerge en la oscuridad de un túnel natural, por el cual debemos
pasar nosotros. Maravilloso espectáculo.
Una vez fuera de este cañón tan espectacular, la luz y el
azul del cielo, se hacen visibles, pero seguimos sintiéndonos pequeñitos, entre
las caprichosas formas de las rocas y una menguante luna que tampoco ha querido
perderse este genial día.
Otros puentes, otros caminos, sendas para ir y venir,
invitándonos para otro día a pasar por ellos, pero hoy sólo queríamos llegar a
la siguiente Central eléctrica. Un paseo, unas fotos, un buen día.
A la vuelta y como siempre mucha gente con ganas de disfrutar
de estos parajes, madrugadores volvemos
cuando todo el mundo llega. En las paredes podemos ver encaramados algunos
amantes de la escalada; aquí todo es aventura.
Cerramos el día en Granada, paseando casi más que en los
Cahorros. Paseos que nunca me canso de dar, lugares que una y otra vez me
sorprenden y por último, otra vez termino en el Realejo, los graffitis de este
barrio son como un gran museo en la calle y aunque mi hermano conoce tanto como
yo Granada, se sorprendió bastante con estos frescos del sprays callejo.
![]() |
Foto cedida por Jesús Carlos Cañada |