
En agosto del año 2005, en plena ola de calor, una tormenta eléctrica provocó el mayor desastre natural de la historia en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, arrasando 5000 ha en la zona de la Sierra de las Villas y ladera oeste del Pantano del Tranco.
Nosotros, cinco años más tarde, decidimos hacer una ruta por una zona devastada por las llamas, donde poco a poco, la vida, resurge de sus cenizas.
En la carretera transversal de las Villas, encontramos una pista cerrada al tráfico rodado con un cartel: Pista de la Albarda.
La Pista de la Albarda, comienza ascendiendo bajo la ladera de la lancha del Tosero, hasta llegar al arroyo Martín, que tras cruzarlo por una puente, pasa a la ladera de la Piedra del Enjambre, por donde iremos ascendiendo hasta llegar al punto más alto y rodearla.
La ascensión sencilla nos va descubriendo un paisaje silencioso, la ausencia de los árboles acusa al silencio de sus vecinos los pájaros emigrados a otras zonas cercanas dónde haya ramas donde posarse.
Nuestra imaginación completa el paisaje que hace unos años debió ser maravilloso, ya que aún y en el estado en que está la zona, no podemos decir que no merezca la pena la visita.
En la parte más alta junto al Caballo de la Albarda, nos encontramos con una joven manada de cabras montesas que curiosas nos miraban con descaro.
Pasado el antiguo cortijo de la Albarda, nos encontramos parte de nuestro destino, el pico de la Albarda con su ojo vigilante de la sierra (El Ojo de Carrales).
Pasaremos de largo el pico para buscar varias formaciones espectaculares de la zona, el gran agujero cerca del arroyo del Agua de los Perros, una espectacular ventana hacia el nuevo valle que en sus comienzos tras el tranco perfila el Guadalquivir.
Volviendo por la cresta, nos encontramos la gran bóveda de la Iglesia del Agua de los Perros, por donde tras colar el arroyo por una agujero, se difumina el agua en la altura cayendo a las rocas dándole a este lugar una gran majestuosidad.


Mas tarde subimos al Pico de la Albarda, con la foto de rigor y el espectáculo de las maravillosas vistas de estas Sierras, donde claramente el verdor contrasta con las secuelas de aquel incendio tan cruel.


La vuelta la hicimos por el mismo lugar, salvo en la zona del Cortijo del Melonar, junto a la parte alta del Arroyo Martín, dónde nos dejamos caer hacia el puente, aventajando las curvas de la pista y disfrutando de las grandes cantidades de pequeñas caídas del arroyo.