Un paseo por la
Sierra del Trigo es una muestra clara de la dureza en la que
mujeres, hombres y niños convivían en una clara simbiosis con la naturaleza en
aquellos cortijos de la Sierra Sur
de Jaén, hace no tantos años.
Nuestra ruta comienza en el Puerto Vinateros, allá arriba en
el Paredón, todo lo contrario a la combinación anterior hombre-sierra, ya que
en este siglo, queremos demostrar que podemos obtener una energía “limpia” a
cambio de qué…Lo siento no quiero entrar en polémicas en este reportaje sobre
los “Parques Eólicos”, sólo que entre otras cosas, creo que este paisaje ha
quedado contaminado totalmente con estos gigantes del siglo XXI.
Comenzamos con un leve ascenso pasando junto al cortijo Los
Chozones, desde aquí podemos observar la zona norte de la Sierra ; nosotros nos
adentraremos más hacia la zona sur, predominando la dehesa entre encinas y
grandes quejigos centenarios, algunos de una envergadura que impresiona.
Llegamos a una gran nava con unas hermosas encinas, y casi
al final de ésta, el Cortijo de Covaterrizas. Aquí no lo teníamos muy claro,
queríamos bajar a la siguiente nava, la de la Zarzuela , como veréis soy
de los antiguos, un negado del GPS, todavía sigo con mapa y con mi instinto que normalmente nos lleva
por buen puerto, pero a veces me planteo entrar en la tecnología, pero este
también es otra cuestión que dejo para otro momento.
Domingo, el dueño del cortijo, estaba dando una vuelta a los
animales y muy amable, nos invitó a
pasar por mitad de su finca, siempre con la condición que cerráramos las
puertas de las cercas del ganado y nos indicó la dirección de nuestra próxima
meta: el cortijo de la
Zarzuela.
Bajamos por el barranquillo acompañados de varios rebaños de
ovejas, la paridera fue hace unas semanas y ahora predominan los corderillos
agazapados a sus madres; imágenes que despiertan sensaciones muy tiernas.
El cortijo de la
Zarzuela , está ubicado en una gran nava. Aquí se suele
acumular grandes cantidades de agua, formando algunos años una gran charca.
Este año estaba empapada de agua, con grandes charcos que todavía no formaban
la charca habitual, eso sí el verde era de un intenso sobrenatural.
Al final de este gran prado, está el cortijo de la Nava , construcción típica de
la arquitectura tradicional del lugar. Aquí tuvimos otro problemilla. Queríamos
subir hacia el cortijo de la Cerecera Baja ,
pero la típica puerta de la cerca para el ganado, tenía candado. Por un lado
pensamos en volver a la Nava
y bajar hacia el Cortijo Periche y desde aquí hacer la ruta circular, bajando a
la pista que nos dejaría otra vez en el Puerto Vinateros, también cabía la
posibilidad de salta la puerta, arriesgándonos a que el dueño nos llamara la
atención, aunque sabíamos que estábamos en camino real y esa puerta con el
candado sobraba. Tras varios minutos de deliberación, me di cuenta que algo
colgaba de la valla, una cuerda larga con una llave al final de ésta. Ahora
digo yo, entre nosotros ahora que nadie nos lee, ¿para qué ponemos candado, si
dejas la llave atada con una cuerda al lado? Era tan evidente que si había
candado no había llave, que hasta un buen rato no nos percatamos de ella.
Comenzamos a subir hacia la Cerecera , era tarde y con
vistas a una fantasmagórica Sierra Nevada flotante, decidimos comer. Al llegar
al cortijo de la Cerecera
baja, unos grandes canes nos daban la bien o mal venida. Como comenté
anteriormente era tarde y nos habíamos planteado la vuelta ya desde aquí; sin
más nos volvimos, abriendo y cerrando cercas de ganado. Antes de llegar al
cortijo de Covaterrizas, nos acercamos a las ruinas del cortijo Jarra-Almas,
también en un enclave idílico.
¿Os acordáis de Domingo, el señor amable que estaba con sus
animales en su finca? Pues este señor, se marchó, dejando sus cabras sueltas
con un guardián de lo más esmerado. Un señor perro Mastín que se colocó delante
de sus cabras y éstas delante de la única puerta de salida de la finca hacia
nuestro destino.
Intentamos hablarle amablemente y me acerqué con prudencia a
una distancia considerable, claro que teniendo en cuenta que soy bajito y el
chucho gigante, el tío se subió de humos y tuve que recular más que deprisa. No
había manera, la idea era tirarles piedrecillas a las cabras para que ellas se
desviaran de nuestro camino, así su guardaespaldas también lo haría, pero las
muchachas no estaban por la labor.
La cerca era alta, con alambres punzantes en lo alto, así
que de saltarla nada. Por último en una zona pegada a un barranco, vimos la
posibilidad de alzar la cerca y pasar por debajo, y así lo hicimos. Lo gracioso
fue que una vez al otro lado, teníamos al mastín y su séquito, justo en el
lugar donde habíamos pasado. El tío nos había perseguido y su público de tras,
y es que este público estaba como una cabra.
Ahora, teníamos de frente a los feos gigantes con sus aspas
oscilantes. Entre los prados me llaman la atención grandes montones de piedra.
Son las roturas; la adecuación del monte para poder plantar los cereales como
el trigo (de aquí la toponímia del lugar), limpiaban por zonas las piedras y
rocas para poder sembrar. Y así ha quedado estos restos con el paso de las
décadas, únicas cicatrices que dejaron el hombre al coexistir con la
naturaleza.
Una ruta, con historia, prados verdes, quejigos centenarios,
inmensas encinas, corderos lactantes, perros guardianes y cabras. Ruta de
aventura para unos “quijotes” con mochila, cuya pesadilla como todo quijote es encontrarse con
los “molinos de viento”.
Guapada de excursión por otro sector de una de mis sierras favoritas. Creo recordar que vi a lo lejos, hacia el Sur, los molinillos de que hablas. Completamente de acuerdo contigo: será energía limpia, pero el impacto visual es horrible.
ResponderEliminarHe sudado con la narración del perro y las cabras, pero he disfrutado con las fotos de esos parajes idílicos.
Un abrazo.
Fantastica ruta, Miguel, un terreno de los que me gustan, unos paisajes llenos de delicias primaverales, bucólicos, florecientes...
ResponderEliminarUn abrazo,
Luis.
Hola Miguel, ruta de las buenas, fantásticas fotos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Miguel, no se de donde le viene el nombre de trigo a esta zona, jajajaja.
ResponderEliminarYo también ando todavía con los mapas del servicio geográfico nacional, con esos no te pierdes, jajajaja y si salta hasta te dicen donde está el perro mastín, para ir con cuidado. Que buenos guardianes que son.
Un abrazo