La Pandera con sus 1.870 m. es la montaña más alta de la Sierra Sur de Jaén, conocida en los últimos tiempos, por el aficionado a la Vuelta ciclista a España, y haberse convertido en un final de etapa de montaña especial. Nosotros optamos por subir andando y no por carretera, sino por senderos para hacer honor a nuestra afición.
Un grupo de amigos unidos por el foro Visitacazorla, nos convocamos para hacer esta ruta y mi cuñado Camel y yo tuvimos el placer de guiar este grupo de amigos.Linares, Andujar, Jaén, Palma de Mallorca, Valencia, Alicante, todos daban representación a otros lugares desde donde se desplazaron, entre otras cosas para conocer estos rincones tan poco conocidos por la gran mayoría del público por estar en segundo plano de otras sierras que la administración protegió como Parque Natural y que por ahora éstas, no recogen dicha protección.
Salimos del Puerto de las Coberteras y la subida con brochazos de camaradería y otoño, se nos hizo corta y agradable. Al llegar a las Navas, nos encontramos con otros tres guerreros de la montaña, que también venían de Linares como algunos de mis compañeros y que por no encontrar el sendero que sube hasta la cumbre, habían decidido marchar, pero tras nuestro encuentro les sedujo la idea de no quedarse sin hacer cumbre y nos acompañaron ya en todo el trayecto.
La llegada a la Peña del Altar (pico más oriental de esta montaña), fue todo un espectáculo, pues aquel día, toda la provincia de Jaén estaba envuelta en una espesa niebla, que nosotros dejamos allá en las profundidades, ofreciéndonos un espectáculo tan portentoso como es el mar de nubes.
Después nos acercamos a las antiguas instalaciones militares de la cima, para poder coronar ésta y dar cuenta de ello con la foto de rigor.
Tras tomar un bocado o dos, descendimos hasta la Nava, pero desde aquí, el itinerario de vuelta, sería distinto.
Tomamos el sendero que desciende por la otra vertiente de la montaña, hacia el Puerto de la Hoya del Caño y tras pasar por la Fuente del Obispo, seguir por el barranco de la Hoya, el cual estaba sumergido bajo una niebla espesa que desde arriba parecía infranqueable.
La luz del día nos fue abandonando y el final de la ruta en las profundidades del barranco que ya de por sí es oscuro, no nos dejó admirar las paredes y formaciones geológicas dignas de admiración.
Nuestra salida al lugar dónde los vehículos de apoyo estaban fue por el barranco de la Tinaja, camino real del castillo de Otiñar, que quedo esperando nuestra visita y que no dudo que en otra ocasión, podremos deleitarnos con sus vistas.
Quiero hacer una mención especial para Carlos, compañero de trabajo, que aguantó la ruta como el que más, sin tener mucha experiencia montañera, pero que disfrutó como nadie de ella.